Ya no existe el valor de uso

Ya no existe el valor de usoHay tantas mercancías (entre ellas eso que llaman "arte", el "arte" de los museos, de las galerías, de las exposiciones, arte muerto) que no cubren ya ninguna necesidad humana. La mercancía se ha independizado. La economía, no como sistema productivo, sino como sistema alienante, se ha impuesto.El papel de la organización revolucionaria consiste en destruir el sistema económico. Y ese papel no existe en las urnas ni en la burocracia, ni en ninguna organización ni vanguardia, sino en los brazos, en el juego, en la libertad, en todos nosotros.


Arte

El amor es el gusto por la prostitución, no existiendo placer elevado que no pueda conducir a ella.
¿Qué es el arte? Prostitución
Baudelarie: "Cohetes"

Que no te engañen

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¡ABSTENCIÓN!

domingo, 18 de septiembre de 2011

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Como me encuentro de acuerdo con lo que publica la gente de la revista VÍSCERA, a partir de ahora si te encuentras por casualidad con este blog, te aconsejo que redirijas tu mirada hacia ella. Este blog, que milita contra el arte, contra eso que llaman arte y que no es más que un camelo publicitario, seguirá existiendo, creo que es necesario, aunque, para no diversificar la oferta cultural, mejor dejamos que VÍSCERA nos diga de nosotros.
Si quieres, pues, pincha en la imagen:


lunes, 12 de septiembre de 2011

Las revueltas "anómicas", según Salvador Aguilar



 
Para Salvador Aguilar, “Revueltas en un mundo sin normas” (El País, 12/09/2011, http://www.elpais.com/articulo/opinion/Revueltas/mundo/normas/elpepiopi/20110912elpepiopi_11/Tes), las revueltas de Tottenham y otras son en realidad “el recurso de grupos marginales, carentes de voz institucional para marcar terreno en la defensa de sus intereses”. ¿Son grupos marginales?, sí. ¿Carecen de voz institucional?, sí, odian las instituciones. No quieren marcar ningún terreno, no lo tienen y, desde luego, tampoco quieren ninguna defensa de “sus intereses”, no los tienen.
Su punto de partida es que “la crisis económica global ha desatado un caos”. El “caos” es el Movimiento 15-M, la protesta en Grecia, en Israel, en el mundo árabe... y también los movimientos de “multitud instanténea” (flash mobs) o los “robos súbitos” (flash robs) y, claro está, las banlieues (los suburbios franceses) y los hechos de Tottenham de agosto de este año.
Creo que hay que diferenciar entre los movimientos como el de la plaza de Syntagma de Atenas, la puerta del Sol de Madrid, la plaza Tahir de El Cairo..., en donde se están proponiendo soluciones, se exponen reivindicaciones, se pretende crear un mundo más humano, pero, eso sí, el cuestionamiento del capitalismo es muy simple e, incluso, está desapareciendo (¿qué quedó de aquella reivindicación de “no somos mercancía”? Ya no se habla de ella). Esos movimientos ni son un caos (el Estado sigue imponiendo su orden y apenas es cuestionado por ellos, empleando a veces la fuerza bruta en el más sentido lato de la palabra) ni, mucho menos, anómicos, en el sentido que le da el autor, el de aquellas situaciones que derivan de la carencia de normas.
Diferenciarlos, decía, de esos otros movimientos, que también el autor mete a todos en un mismo saco, intentando explicar los actos “bandálicos” de Tottenham y las banlieues francesas, junto con los de “multitud instantánea”, muchos de los cuales son alegres citas para realizar algo divertido y fuera de lugar, como por ejemplo, citarse en una plaza para echar una “guerra de almohadas”, o realizar un happening con la participación, en muchos casos, del público. Otra cosa son las citas para realizar robos espontáneos, que nada tienen que ver con los anteriores aunque aquellos puedan haber derivado en actos violentos, muchas veces de autodefensa.
Los hechos, de Tottenham, las banlieues... se explican por la marginalidad, algo que no tiene más remedio que admitir el autor del artículo comentado: “la alienación individual”, claro que a continuación explica que es “la ausencia de cualquier estructura fuerte de cohesión colectiva”. Además el autor sigue dando “razones” de los estallidos: “la estructura normativa (…) es percibido como algo ajeno”. Y, por último, aunque ello no sea ninguna “razón” explicativa, sino más bien una acción realizada, “no pretenden sustituir nada sino únicamente exhibir afán de destrucción...” Concluye aduciendo que las protestas son “de orientación reaccionaria”, puesto que no se pretende transformar el mundo.
Si bien Aguilar asegura que estas “explosiones anómicas” son “inherentes al sistema social imperante”, nos dice, para calmar los ánimos reformistas, que se trata del “capitalismo neoliberal”, cuando en realidad se trata del capitalismo propiamente dicho, el calificativo que se le quiera poner no sirve para nada: “humano”, “liberal”, “social”... Simplemente capitalismo, es sistema que busca, por naturaleza, mayores beneficios, puesto que si no desaparecería, y, para obtener mayores beneficios necesita de la explotaciones de las mujeres y los hombres. Punto.
Añade más. Dice, supongo que citando a Ralf Dahrendorf (por supuesto que para el autor del artículo, Alèssi Dell’Umbria no debe existir), que 'los conflictos no se presentan como líneas de batalla en una guerra revolucionaria, o incluso una lucha de clases democrática, sino como anomia'. Cierto es que, quizá no sea una “lucha de clases”, pero desde luego son la expresión de la “guerra civil”, parafraseanto a Tiqqun (claro que sus componentes fueron acusados de “terroristas”) y la “guerra civil”, no lo olvidemos, “es la expresión de lo político”. O, en todo caso, “una guerra anómica”, en el sentido de una lucha por la destrucción de la barbaridad prehistórica que estamos viviendo: el capitalismo. El nihilismo mas creador.
Después de todo lo dicho el autor termina por mostrar que no ha entendido mucho de lo que habla: “la gente que busca un mundo mejor y acabar con esta expresión bárbara de la anomia deberá asociarse y presionar para escapar del neoliberalismo y atacar las causas por medio de un sistema social diferente y racional, basado en la igualdad, la democracia y el bienestar de la mayoría de la población”. Ni una palabra para la poesía, para el juego, para el arte libre de las calles, ni un palabra sobre el Estado y su disolución, ni una palabra sobre la autogestión... Evidentemente Salvador Aguilar vive para el sistema, no contra el sistema. Y el sistema no es el nuevo o viejo liberalismo, el sistema, el enemigo de la humanidad, es el capitalismo.