Ya no existe el valor de uso

Ya no existe el valor de usoHay tantas mercancías (entre ellas eso que llaman "arte", el "arte" de los museos, de las galerías, de las exposiciones, arte muerto) que no cubren ya ninguna necesidad humana. La mercancía se ha independizado. La economía, no como sistema productivo, sino como sistema alienante, se ha impuesto.El papel de la organización revolucionaria consiste en destruir el sistema económico. Y ese papel no existe en las urnas ni en la burocracia, ni en ninguna organización ni vanguardia, sino en los brazos, en el juego, en la libertad, en todos nosotros.


Arte

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miércoles, 13 de julio de 2011

Arte religioso


Para Wallerstein la crisis del siglo XVII no fue feudal, sino propiamente capitalista. Vino con ello a despertar una polémica muy interesante entre los historiadores marxistas que, siguiendo a Hobsbawm, Mousnier y Parker, entre otros, habían asegurado que la crisis del siglo XVII era una crisis de transición del feudalismo al capitalismo. No es este el momento, aunque seguramente intente hacer una síntesis de dicha polémica en otro momento, para hablar de ella. El caso es que, sea considerada como crisis del feudalismo o crisis (de las primeras) del capitalismo, el siglo XVII es un siglo de crisis. Empezando por una demografía en regresión, sobre todo en el ámbito Mediterráneo, hasta llegar a una crisis de identidad, pasando, naturalmente, por una crisis económica como no se había experimentado desde el siglo XIV. Guerras (la de Los Treinta Años está en el origen), hambrunas, pestes, emigración a América (buscando un Dorado que no existía más que en la riqueza minera robada a América, ¿no vendrán ahora los americanos -del centro y sur- a querer recuperar lo que por naturaleza les correspondía?). 
En Europa había surgido, hacía ya un siglo, una nueva y humanista posición ante el obispo de Roma: el deseo de independencia, de individualismo, de libertad (si bien esa libertad se quedó frustrada, como así lo demostró el integrismo que condenó a Servet a la hoguera, lo mismo que poco antes había pasado con Giordano Bruno, por poner solo un caso. Y es que las religiones son una forma de impedir la libertad). Y llegó un intransigente malversador de fondos públicos, Carlos V (o Carlos I, como ustedes gusten) a decir que de libertad nada, que los príncipes alemanes le debían rendir pleitesía... ¿Feudalismo? ¿Modernidad? ¿Capitalismo? ¡Crisis! Sin ninguna duda, crisis. Había empezado el "moderno sistema mundial". 
Y la gente se refugió en el arte. El arte Barroco (literatura, pintura, arquitectura, escultura...) era un arte para asombrar, para hacernos olvidar este mundo o, mejor, para hacernos partícipes de este mundo, no en vano artistas del XVII representan a los santos, a las vírgenes, a los dioses... con rostro humano, real, igual que tu vecino, que tu amigo, que un campesino..., ver sino el San Andrés de Ribera, o, mucho mejor, el Silenio ebrio (mucho más gordito que yo, pero tan satisfecho de la vida como un servidor), del mismo autor. Y un lugar para sentir, disfrutar, vivir el arte eran las iglesias, las catedrales, los templos...
Y ahí es a donde voy.
Esta mañana he estado una vez más en Toledo. Me ha impresionado más que nunca la Catedrál gótica, renacentista, barroca... Y debo decir que he ido empujado por Pedro Gómez Escribano, aunque él no lo sepa. Este autor es el responsable de El círculo alquímico (Ledoria, Toledo, 2011), una novela intrigante, que despertó en mi el deseo de visitar otra vez Toledo (la última vez fue esta primavera).
Las iglesias, las catedrales, los templos... eran lugares para vivir. Es más, los había de peregrinación, de ahí las girolas, es decir, el lugar donde pernoctaban los peregrinos, donde vivían, donde los artistas les hacían sentir el arte, la vida (aunque ellos la arrastraran mejor que ninguno de esos artistas). El arte en la Edad Media, el Renacimiento, el Barroco... no era un arte muerto. Iglesias, catedrales, templos..., no eran lugares donde uno o una iba a ver o contemplar las obras de arte, sino que iba a aprender, a vivir, a sentir... el arte, a mirarse a sí mismos o mismas. 
La fe en estas circunstancias era lo de menos. Se suponía, como el "valor patrio" de la mili en la época franquista. Si yo no tuve valor, y mucho menos patrio, en la época franquista ni en la presente y futura (a mi la patria es algo que me trae sin cuidado, al fin y al cabo es la misma que de los empresarios, patronos, amos..., esa no puede ser mi patria, ni mucho menos) he de suponer que hubo muchas gentes (o pocas, da igual) que tampoco tuvieron fe en el XI, XII, XIII... XVII, pero vivieron el arte, lo sintieron. Era un arte no encerrado en cuatro paredes, sino visible, vivible, sensible, tocable... 
Y todo esto viene porque he sentido, como siempre que miro El Transparente de Narciso Tomé, la cercanía del arte, aquello que se hace para todos, no sólo para unos entendidos. Algo increible. Algo vivo. Uno de los personajes de la novela El círculo alquímico, Reham, lanza una teoría, seguramente que no es suya, sobre la interpretación de abajo a arriba. No estoy muy de acuerdo con ella, aunque puede estar muy apropiada, puesto que el Barroco lo que busca era esconder precisamente la interpretación, hacerla más oscura, más complicada (ahí tienen a Las hilanderas, de Velázquez, y como su interpretación es de dentro hacia afuera, el mito de Aracne, por no hablar de una de sus obra cumbres, Las meninas).
Pues bien, además quiero decir lo falsas que son esas normas que la Iglesia, represora ella, quiere poner. En el reverso de la entrada se dice, entre otras cosas, que el visitante debe recordar "que entra en un lugar sagrado, y no olvide que si es tan rica y grandiosa en su patrimonio se debe a la fe y dedicación a lo largo de los siglos para adorar a Dios". ¡Mentira! Es mentira. Primero no es patrimono de la Iglesia Católica, sino que es patrimonio delpueblo, español en este caso, pero francés, portugués, griego..., en los suyos. Segundo, lo de la fe era algo que se suponía, como ya dije, nada real (no quiere esto decir que no hubiera, que las había, gentes que la tuvieran), pero era obra de todos, no en vano se elaboraban con el dinero de todos, lo mismo que ahora se construyen obras públicas con el dinero de todos pero el estado este del mal estar concede a una empresa privada su explotación. Pues igual.
Volveré a la carga.

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