No es que esté muy de acuerdo con este llamamiento, no me identifico con él ni con su pacifismo, porque, entre otras cosas, la violencia está en el sistema y éste siempre la usará cuando se sienta acorralado, lo mismo que la emplea día a día. Además yo no estoy indignado, estoy cabreado. Pero bueno, bien está empezar por algo.
El llamamiento es el siguiente:
Somos los indignados, los anónimos, los sinvoz. Estábamos en silencio pero a la escucha, observando. No para mirar hacia arriba, donde están los que llevan las riendas del mundo, sino a los lados, donde estamos todas y todos, buscando el momento de unirnos. No nos representan partidos, asociaciones o sindicatos. Tampoco queremos que así sea, porque cada cual se representa a sí mismo. Queremos pensar entre todos cómo crear un mundo donde las personas y la naturaleza estén por encima de intereses económicos.
Queremos idear y construir el mejor de los mundos posibles. Juntos podemos y lo haremos. Sin miedo. Las primeras chispas prendieron en los países árabes, donde cientos de miles de personas tomaron las plazas y calles recordando a sus gobiernos que ellos son el verdadero poder. Luego fueron los islandeses quienes salieron a las calles para expresarse y decidir su futuro; el pueblo español no tardó en tomar las plazas de barrios, pueblos y ciudades. Ahora la mecha se extiende rápidamente por Francia, Grecia, Portugal, Italia y Turquía, mientras llegan ecos de América y Asia y nuevos focos aparecen cada día por doquier. Si los problemas son globales, la revolución será global o no será. Es hora de recuperar nuestros espacios públicos para debatir y construir entre todas y todos el futuro.
El día 19 de junio llamamos a la #Globalrevolution. Llamamos a la ocupación pacífica de las plazas públicas y a la creación de espacios de encuentro, debate y reflexión. Es nuestro deber recuperar el espacio público y decidir juntos el mundo que queremos.
Toma la plaza!!! Toma las calles!!! #Globalrevolution .
People of the World, rise up!!!
Además la primera chispa no surgió en los países árabes, sino en Grecia tras el asesinato del joven de 16 años Alexandros Grigoropulos a manos de la polcia en diciembre de 2008. Y si nos apuramos más otras chispas saltaron por los barrios marginales de Francia.
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