Hoy, afortunadamente, termina la feria del libro de este año en Madrid. Es decir, finaliza el espectáculo de las ventas. ¿Volverán este año algunos escritores a pegarse porque han vendido más o menos que otros? Bueno, este año no lo creo: este año el grueso de las ventas se las llevará el nuevo Nobel de la literatura. El día que firmó sus ejemplares la gente hacía cola desde muy tempranas horas de la mañana. No sabemos si las babas que echaban por la boca a la hora de la firma eran de la misma calidad que el esfuerzo intelectual, aunque, ciertamente, no es necesario afilar las neuronas, que a la hora de la lectura.
Esto me recuerda una escena vivida por Larra, fuera de su tiempo de la mano de Tomás García Yebra. Había una exposición espectacular en el Museo del Prado de Velázquez -creo que esa fue una de las primeras masivas, masificadas y menospreciadas de actual era del arte muerto en Madrid- y Larra, ante una masa de gente que admiraba, en el transcurso de unos segundos, pues la masa posterior hacía presión para poder admirar la obra durante otros segundos, La fragua de Vulcano y preguntó a los admiradores:
"- ¿Qué representa la escena? -preguntó a un grupo de la tercera edad que se había desplazado en autobús desde Sonseca, provincia de Toledo.
- ¿La escena? -pusieron cara de sorpresa.
- ¿Quién es Vulcano?
- ¿Vulcano?
- ¿Qué nos quiere decir Velázquez?
- ¿Decir? -preguntaron perplejos.
Larra interrogó a cerca de veinte personas. Ni una sola supo dar razón de quién era Vulcano ni de qué diablos estaba haciendo en aquella fragua. Un estudiante de Químicas respondió titubeante:
- Creo que es un dios".
GARCIA YEBRA, T.: Los crímenes del museo
Editorial Funambulista. Madrid 2007
Y es que este es el espectáculo. Más, este es el objetivo del espectáculo: el adocenamiento baboso, la cultura como medio de alienación. El arte muerto, la cultura más que ligera -light, como dicen los que no saben inglés-, destructora.
¡Hasta nunca, feria del libro!
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