Ya no existe el valor de uso

Ya no existe el valor de usoHay tantas mercancías (entre ellas eso que llaman "arte", el "arte" de los museos, de las galerías, de las exposiciones, arte muerto) que no cubren ya ninguna necesidad humana. La mercancía se ha independizado. La economía, no como sistema productivo, sino como sistema alienante, se ha impuesto.El papel de la organización revolucionaria consiste en destruir el sistema económico. Y ese papel no existe en las urnas ni en la burocracia, ni en ninguna organización ni vanguardia, sino en los brazos, en el juego, en la libertad, en todos nosotros.


Arte

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domingo, 29 de mayo de 2011

¡Indignación!

 

El punto de partida de Hessel, en un librito que está haciendo furor titulado ¡Indignaos!, es que, a raíz del triunfo de la Resistencia contra el fascismo en Francia, “se apelaba a la 'posibilidad efectiva de todos los niños de beneficiarse de la enseñanza más desarrollada', sin discriminación”. Añade que el cambio en la orientación de dicha enseñanza es uno de los motivos para la indignación.
¿Es que el modelo de educación en Francia ha cambiado? Yo diría que no. No, señor Hessel. Está bien eso de indignarse, o mejor cabrearse, sí. Pero la educación en Francia lo único que ha procurado es la competitividad, nunca ha apostado por la solidaridad. Como dice el Comité Invisible: “la escuela de la República ha formado desde hace un siglo y medio un tipo de subjetividades estatalizadas, reconocibles entre todas” (Ver La insurrección que viene. Melusina, Barcelona agosto 2009). El resultado ha sido la creación de empleados sumisos en lugar de ciudadanos críticos.
No inventó nada la Resistencia, por mucho que sea alabada por el señor Hessel, es más, lo único que hizo fue fortalecer el sistema que llevó al mundo a una tragedia solo comparable con la anterior de 1914-1919. Y cuando ese sistema hace agua por todos los lados, sale el señor Hessel a pedirle a los jóvenes que se indignen. Eso sí, pacíficamente.
Olvida Hessel muchas cosas. Olvida las propuestas de Dadá, las del Surrealismo, las de los situacionistas. Olvida a Marcuse. Y olvida, grave error, señor Hessel, gravísimo error, u olvido interesado: el otoño de 2005, como antes ocurrió en Sartrouville en 1991, o en Mantes-La-Jolie en 1993, el Distrio XVIII de París en el mismo año, Arles en 1994, Dammarie-les Lys en 1997, Toulouse en 1998, por no hablar de Marsella y los crímenes de la policía y por no hablar de una de las primeras revueltas de los barrios tras el crimen efectuado en Vaulx-en-Velin. Son muchos olvidos como para que su indignación esté asentada en algo sólido. O más bien es que se trata de una indignación para salvar el sistema. ¡Otra vez!
¡Indignaos! ¡Cabrearos! Pero no salvéis el sistema que es el responsable de todo. De esos salarios de miseria, de ese aumento de las horas, los días, los años de trabajo; de los desahucios por no poder pagar la hipoteca, de esos medios de comunicación que priman al sistema porque éste les ampara en su proyecto económico, de esos políticos que se corrompen porque el sistema así lo impone, de esos millones de parados, de esos millones de pobres, de esos pocos ricos cada vez más ricos... De ese sistema que hace de las relaciones humanas una simple mercancía, de ese sistema que ve al ser humano como pura mercancía, de ese sistema que ha degradado al ser humano al trabajo asalariado, de ese sistema que no permite a la mujer, al hombre, ser libre e imaginativo. Ese es el sistema que hay que destruir para crear otro.


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