Ya no existe el valor de uso

Ya no existe el valor de usoHay tantas mercancías (entre ellas eso que llaman "arte", el "arte" de los museos, de las galerías, de las exposiciones, arte muerto) que no cubren ya ninguna necesidad humana. La mercancía se ha independizado. La economía, no como sistema productivo, sino como sistema alienante, se ha impuesto.El papel de la organización revolucionaria consiste en destruir el sistema económico. Y ese papel no existe en las urnas ni en la burocracia, ni en ninguna organización ni vanguardia, sino en los brazos, en el juego, en la libertad, en todos nosotros.


Arte

El amor es el gusto por la prostitución, no existiendo placer elevado que no pueda conducir a ella.
¿Qué es el arte? Prostitución
Baudelarie: "Cohetes"

Que no te engañen

NO PARTICIPEMOS EN NIGUNA FARSA ELECTORAL

¡ABSTENCIÓN!

viernes, 29 de junio de 2012

La trilogía del mono



Iba yo a mi casa (bueno, en realidad es más del banco que mía), cuando veo en la televisión de un bar, pues suelo mirar dentro de los bares, no sólo mirar, también beber, que para eso están, a unos monos vestidos con una camiseta que reza “España” de color rojo, aunque también los había que lucían otras de color azul oscuro y con la misma leyenda. Y hacían el mono, es decir, se llevaban las manos a los sobacos, saltaban, gritaban, emitían ruidos sonoros como “¡campeones!”, “¡uuuhhh!”, “¡yo soy español, español, español…!”, “¡Vamos a ganaaaaaaaarrrrr!” (esto último con una expresión de verdadero animal) y otros del mismo calibre. No entré en ese bar porque las gentes que habían en él hacían lo mismo que las gentes que salían en la televisión, es decir, el mono y, la verdad, que tomarse un vino rodeado de monos, pues mira, qué quieres que te diga, no me apetecía. Pero… ¡Coño! me quedaron ganas de tomarme un vino y me dije, bueno, si este bar está lleno de monos me voy a otro. Y busqué, y busqué. Y busqué. Pero no encontré. Bares sí, pero sin monos no. Resulta que todos estaban llenos de monos y de banderas con los colores rojos y amarillos (lo de “gualda” lo dejamos para los años cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta… ¡Joder, cuantos años de “gualdas” ¡y seguimos con lo mismo!), en muchos bares había esas mismas banderas con una marca de una bebida alcohólica en el medio, que digo yo que no se de qué país es esa bandera, aunque tenga los colores de una bandera que dicen ser española, ahora resulta que en medio tiene una marca de un güisqui que se fabrica en la provincia de Segovia. También había banderas con los mismos colores, el rojo y el amarillo, si bien decir “gualda” ahora mismo no queda muy lejos de los años cuarenta, cincuenta…, con un toro dentro, un toro también de una marca alcohólica muy conocida, por ahí, por el sur de la península ibérica. Resulta que exhibir la bandera con tres colores: el rojo, el amarillo (¿también “gualda”?) y el morado, delante de un señor que, con el tiempo, será el jefe del estado español, es un delito, pero exhibir una bandera bicolor (rojo, amarillo-“gualda”, rojo) con un toro o con unas letras que remiten a una marca de güisqui segoviano no es delito.
¡Quanta hipocresía!
Mira por donde resulta que España es un país en el que el güisqui y los toros son identificativos de dicho país. O sea, que el vino, el orujo u otro aguardiente, las ovejas merinas, las mulas, los burros (¿alguien se acuerda ahora de Platero?) y un larguísimo etcétera, no son propios de este país. Este país, que está pasando por una crisis brutal provocada por otros monos más refinados que se mantienen en el anonimato pero que todos sabemos quiénes son, que estamos pagando las personas de a pie (que no hemos contribuido para nada en la gestación de la crisis) con la subida del IVA, del Metro, del Autobús, del gas, de la luz, del pan, de la leche, de los huevos… y la bajada del salario, la subida del paro, los contratos de esclavos… Eso sí, tenemos fútbol y además, dicen, gana esa selección del toro y el güisqui. ¡Somos felices! Resulta que ese país se identifica con una marca de güisqui o un toro. Mira, lo del güisqui me da igual, lo del toro no.


Este pobre animal, criado para sufrir que, cuando le toca el turno sale a un ruedo donde otros monos le silban, le insultan y, si ha sido “bueno”, le aplauden después de pincharle, banderillearle, estocarle y, si se resiste, apuñalarle mientras los monos chillan, fuman, beben. Este pobre animal, dicen, es el símbolo de esa España retrógrada, simiesca y salvaje. ¡Maldito Hemingway!
Y pregunté, ¿qué pasa? ¡Qué juega la roja! Me dijeron. ¡Hostia! Pensé yo, han venido los rojos. La verdad es que si son los mismos que gobernaron durante los veinte, treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta, ochenta (¡Joder! ¡Cuantos años de capitalismo salvaje de estado!), en aquel país que llamaban "soviético", estamos perdidos. Pero no, un mono medio inteligente me dijo que “la roja” era la selección española de fútbol. ¡Acabáramos! ¡Es que hay fútbol! Claro, güisqui, toros y fútbol, la trilogía del mono.
Y me quedé sin entrar en un bar.





No hay comentarios:

Publicar un comentario